lunes, 11 de octubre de 2010

Deflowering II


No se habían puesto de acuerdo para ir allí esa noche, en realidad lo que menos esperaba ella, claro aparte de verlos a los dos juntos, era encontrarse a Roderick ahí también, sin poder quitarle la vista de encima y con la camisa a rayas con la que ella había dormido tiempo atrás, cuando eran muy pequeños.
Tampoco esperaba que pareciesen idiotas, con el mismo diseño de camisa rayada a blanco y negro que no pegaba con los colores brillantes, las lentejuelas y fosforescentes que mareaban a cada paso en aquel bar, no hubiera soñado que el eterno niño malo se volviera bueno y se fuera a largar de la fiesta tan rápido, sin una muchacha rubia despampanante para dejar claro que él era el rey de todo y todos, o que no consumiera nada y simplemente se ahogara en su propio remordimiento. No quizo darse cuenta tampoco de que al verse al espejo no se había reconocido, se sabía vagamente familiar, pero no fue hasta que lo vio que supo de donde había visto sus ojos antes, eran los ojos muertos, que tenían un brillo de rebeldía, muy tenue en el que se apreciaba como se resistía con uñas y dientes al mundo o quizás sólo a sí mismo, eran los ojos de Roderick, esos ojos a los que ella huía, la gente rehuía por miedo, o tal vez porque intuían que era un hombre sin esperanzas con mucha rabia, y eso, eso les daba miedo, tanto casi, como a ella le daba ser eso, una persona sin esperanzas, a la que le habían arrebatado todo cuanto alguna vez le importo, y con rabia, contra el mundo, contra ella.
Extraño como era. No le importo dejarle ir, ¿Por qué habría de importarle? Simplemente se sentó en la barra, espero que le sirvieran un vodka, que le dijeran que era por parte de la casa, que la invitaran a unas pastillas de colores, y que se la llevaran de ahí casi arrastrada, pero no sólo por esperar suceden las cosas, y por eso los planes se derrumban porque Roderick estaba saliendo cuando lo vio siendo arrastrada por dos tipos, y como no, el héroe infame, del que todo el mundo juraría es un villano sin corazón tenía que hacer de caballero.
Un puñetazo sobrio contra dos estúpidos ebrios y los chillidos de una minúscula niña drogada, un brazo que le cogía la cintura y otro que la agarraba de la mano, un cuerpo cálido y vestido de seda fina que la llevaba hasta un auto lujoso al que siempre tuvo miedo de entrar, una risa histérica que parecía provenir de su propia boca, y el embrague siendo pisado a fondo.
Luces que se repetían cada segundo, mientras la autopista cobraba vida, cada vez que Roderick gritaba con Syd, casi con el mismo timbre de voz de los que están tan jodidos que duele verlos así, pero a los que sólo les apartas la mirada.

Creo que era de madrugada, tal vez eran tres mariposas y media y un frasco de mermelada, estaba acostada en su cama, de cubre-lecho negro, una cama grande, King size, si se me permite opinar del tamaño perfecto para un trío. Por la ventana no entraba el sol, estaba cerrada con clase. Cuando quise levantarme no pude, me pesaba cada célula de mi cuerpo.
Estaba vestida, tal como había llegado, incluso con los zapatos, no estaba cubierta por ninguna sabana delgada con las que igual quedas con frío, dejando de lado el gesto, y entonces su voz gruesa y rasposa y responsable y adulta empezó a hablar con tres personas que susurraban como ratones tratando de calmar a un gato atigrado.
- mea culpa, y ahora ¿qué van a hacer con eso?
-Sr DeLucca, las acciones del hotel están por derrumbarse, su madre está en un crucero en el atlántico, su hermano menos sigue en Praga en alguna parte, y es usted el único que en realidad tiene voto en la sesión de mañana, compre el hotel de su padre, no importa que le estén demandando, ese es mi consejo legal, y como compañero y leal abogado le digo: confíe en mi.
-entonces es un trato cerrado, cómprenlo, y Sra Smith, ha sido en serio un placer verla fuera de la cama de mi querido padre, le dejare ir en una hora, por el momento tiene usted un evento de caridad donde donara esos hermosos aretes de diamantes que le regalo mi padre, si me permite le acompañara Thomas hasta ahí.
Unos pasos y nos bufidos, amenazas bajas y una risa por lo bajo de felicidad reprimida.
Salí de la habitación. Lo encontré mirando la calle, la vida cruzaba por debajo sin dejar lugar a dudas que aquí arriba él se creía Dios.
-supongo que ahora entiendo tú problema de egocentrismo- dije acercándome a él y mirando hacia abajo la gente pasar sin cara, hormigas de un mundo que desde aquí se veía sin importancia- desde aquí sientes que con un dedo puedes destrozarle la vida a alguien, y de la misma manera todos deberían estar agradecidos de que los dejes pasar en paz…
-¿egocentrismo? Es de lo que me acusas, yo me llamaría loco, psicópata, pervertido, perverso, villano, canalla, inútil, nunca ególatra, eso no va con mi complejo de caníbal.
La risa callada de él seguía con ese toque de turbia felicidad, apoye mi cabeza en su hombro, una lágrima se deslizo en mi rostro, sabia a alcohol.
-el mundo no es fácil Olivia, nunca lo ha sido, y por una vez que veas el mundo como es y no como te dicen que es no te vas a morir, tu puedes seguir adelante, dar un paso y sonreírle a tus amigos, tragarte un orgullo que en realidad no sientes y dejar que tu madre te abrase…
-o entrara ducharme con un muchacho que hace rato dejo de serlo para ser hombre, y por ello nunca ha encajado en un grupo de adolescentes inmaduros encerrados en una burbuja hedonista, puedo quitarme el vestido y dejar un rastro de ropa de fiesta hasta el baño y puedo dejar la puerta abierta para que entres, y así sea solo efímero nos sintamos bien con nosotros mismos, sin pretensiones, o esperanzas de gente que está abajo, en la acera, caminando, comprando hoteles, o saliendo del apartamento de un tipo que no conocen muy bien y del que todos hablan como si fuera el lobo y por consiguiente tú una caperucita feroz.
-déjame adivinar, es tu segunda vez.
-no, es la primera que escojo para que me desvirgues y pueda juagar en la vida real, sin miedo a perder algo realmente importante.
-como tu gustes, será un placer hacerte conocer el sol mi florecita, pero ten en cuenta que te puedes enamorar.
-eso ya lo hice, y es de las cosas que no se hacen una segunda vez.
-¿cómo perder la virginidad?
-no cuenta si es la misma persona, y mi corazón, a diferencia de mi virginidad, es de alguien que no eres tú.
- lastima, me hace falta uno, ¿Te han dicho alguna vez que soy un ladrón excelente?
-sí, pero nunca lo he creído, me parecer un niño chiquito con ganas de un baño.
-Olivia…
-Hm ¿Qué?
-déjame desnudarte.
-Haz lo que quieras Rory, hoy no quiero pelear contigo.
Risas de amantes que quieren querer y que los quieran, buscando cariño en brazos que no son de los que quieren que les quieran.
Tal vez, aprendan a querer, pero para Olivia la niña que dejo su corazón latiendo en otro cuerpo le es difícil sobrevivir sin que algo le bombeara sangre y vida a su cuerpo, y Roderick, Rory no tiene corazón y es quizás esa estéril certeza la que lo hace sentir tanto en un vacio profundo en su pecho.

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