miércoles, 18 de mayo de 2011

Cherry




La noche caía mientras tus ojos se cerraban ante mis labios, y tu sonrisa coqueta temblaba ante la corriente de placer que crispaba tu cuerpo, la brisa que corría por la ventana entreabierta te alivia un poco el calor sofocane del verano y la pasión en Paris.





Tu cuerpo poético que se desliza con culpabiliad por entre mis sabana, y que se tuerce en la agonía cuando busca con insistencia su ropa, me dejas tu brasier, ese de seda y encaje -en parte porque yo lo escondí entre mis piernas- ¡Cómo se repite con insistencia la inconsistencias eterna de tu presencia! no te hace falta, no en estos días de calor abrazador, ese que te persigue mientras corres or la plaza parisina.


Lamento, de verdad, lo hago, lamento ser poeta, si no lo fuera tal vez te quedarías con tus labios cerezas, Cherry, y es que sé expresarme como sé que tu no lo haces, lo sé, se que te asusta con incontenible e irrefrenable culpabilidad y necesidad, lo sabes ¿verdad?, sé que te asusta que yo pueda decir: "Je t'aime-toi" y que tu sólo puedas correr.


Mis pequeñas verdades a casi medio día, mi pequeña fugitiva profesional ¡Cómo te amo!

Me encanta ver cómo corres desde mi ventana del ático, esa que da de lleno a la plaza por donde escapas, me gusta ver como robas una naranja y ofreces una sonrisa, de esas llenas de infantil ingenuidad que tan bien te quedan, la ofreces como si fuera la forma más sincera de pago, -de la misma manera en la que me sonríes cuando después de hacer el amor me quedó mirándote, y tu intentas hacer cualquier otra cosa que responderme- me gusta ver como te volteas después de unos momentos de indecisión y le sonríes a nada, a mi ventana, y cómo te ríes y sales corriendo otra vez, me gusta tu perfume que quedó prendido en la almohada, y tu nota, en un post-it, pegada en la cafetera caliente.




"Próxima semana, misma hora, mon chérie"

2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sarah Milkes dijo...

Esta increíble